Dentro de unos años, un yo levemente distópico pretende advertir, quizás aconsejar, al joven que fui. Escribe un mensaje en un dispositivo para el que aún no tenemos nombre. A un móvil antiguo llega un SMS. No contesta. Lo reenvía a un busca que emite varios pitidos. Alguien llama al número que aparece en el display desde una cabina telefónica. Al otro lado de la línea reciben un telegrama. STOP. Un burócrata lo imprime y lo envía por correo certificado. Un cartero entrega una postal en una oficina y un recepcionista la enrolla, la mete en un cilindro y la envía por un sistema Lansom de tuberías neumáticas. A unos kilómetros, en un pequeño almacén de mecheros bunsen, un mozo de carga saca el papel de un cilindro de cristal y lo ata a una paloma mensajera que vuela a un pequeño pueblo. La toma en sus manos un apicultor que desenrolla el mensaje y lo arroja a una hoguera que transmite señales de humo que un yo fuera de contexto observa desde la ventana de mi habitación de adolescente. Pequeñas nubes grises en forma de unos y ceros.
Pablo Llanos Urraca (categoria adults)