La muerte se acercaba sigilosa al pobre, acechándolo en cada rincón de su miserable existencia. Con su aliento frío, le susurraba al oído, recordándole la fragilidad de su vida, la lucha constante por sobrevivir en un mundo que le daba la espalda.
Cada paso que daba parecía ser uno más hacia su inevitable final, como una sombra que nunca lo dejaba.
Mientras tanto, la Vida acechaba al rico, no con la calma de la esperanza, sino con la presión del tiempo que se le escapaba. En su lujosa mansión rodeado de riquezas y lujos, sentía que algo le faltaba. La vida lo observaba desde lejos, un recordatorio constante de que el dinero no lo salvaba del vacío existencial. Mientras él disfrutaba de su opulencia, la Vida lo miraba con ojos que pedían más: más amor, más propósito, más humanidad. El rico, atrapado en su abundancia, comenzaba a entender que su final no vendría por la falta de recursos, sino por la ausencia de lo que realmente da sentido a la existencia.
Alba Navarrete Rodriguez (categoria adults)